Las protecciones fabricadas con materiales compuestos, como resinas reforzadas con fibra de vidrio, fibras de carbono, polímeros avanzados y espumas compuestas, ofrecen numerosas ventajas, entre ellas una excelente relación resistencia-peso. Son extremadamente fuertes y resistentes a los impactos, a la vez que mucho más ligeros que los metales, lo que los hace ideales para aplicaciones en las que la reducción de peso es crucial sin comprometer la protección. Por último, su resistencia a una amplia gama de productos químicos también las hace adecuadas para su uso en entornos industriales, o incluso en condiciones extremas en las que podrían producirse exposiciones nocivas.